La OMS sigue distinguiendo entre Deficiencia, Discapacidad y Minusvalía, la deficiencia se refiere a anormalidades orgánicas; la discapacidad a consecuencias de las deficiencias en el rendimiento y en las actitudes, y minusvalía a desventajas para el individuo en su interacción con su entorno.
En los dos últimos casos lo que puede aportar la psicología es el fomento de habilidades compensadoras.
Una definición más extensa de discapacidad es la siguiente: "toda restricción o ausencia (debida a una deficiencia) de la capacidad para realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para el ser humano. Por tanto Dis– Capacitado se refiere a las facetas concretas de la persona (capacidades, habilidades y aptitudes). Un aspecto a tener en cuenta es si discapacidad implica siempre discriminación, ya sea por inferiorización, ignorancia del problema o sus repercusiones o sobreprotección.
Las discapacidades se clasifican en:
Psíquicas: relacionadas con alteraciones de la capacidad intelectual y de la personalidad. La enfermedad mental que también genera discapacidad.
Físicas o Motoras, dentro de estas, de deambulación o de manipulación.
Sensoriales, que pueden ser auditivas o visuales.
Un tema que aún está por desarrollar más en España es la Psicología Especial en la atención a las personas con necesidades educativas especiales. El tema de la discapacidad ha sido abordado desde diversos paradigmas o modelos que han dictado el modo de atender a personas con esta condición. Tres paradigmas que engloban las posturas más habituales hacia el tema de la discapacidad son el paradigma tradicional, el médico-biológico y el social. Es dentro de este último en el que se concibe a la persona con discapacidad desde un enfoque biopsicosocial y apunta a una integración real y efectiva de esta población en la sociedad. Este nuevo paradigma obliga a replantear los abordajes, que, hasta hace poco, eran bien vistos y promovidos por los profesionales que se relacionaban laboralmente con esta población. La Psicología debe revisar algunas de sus prácticas tradicionales a la luz del nuevo paradigma, que propone ir más allá de la atención centrada en la persona para incidir en el contexto social.
Los psicólogos en la atención a la discapacidad han estado y están presentes desde hace más de treinta años en España. La ley 13/1982 de integración social de los minusválidos (BOE 30/4/1982) establece los recursos disponibles para las personas con discapacidad; éstos son: Centros de valoración y orientación; Centros de estimulación precoz; Centros de día; Centros ocupacionales; Centros especiales de empleo; Centros residenciales y Viviendas tuteladas. En todos ellos sería necesaria la presencia de al menos un/a psicólogo/a para abordar aspectos como el desarrollo de habilidades sociales, capacidades cognitivas, el trabajo de la autoestima, la autonomía, la potenciación de habilidades de comunicación, la asertividad, la inteligencia emocional, la resolución de conflictos, etc., etc.; aspectos todos ellos muy necesarios de atajar en este colectivo para que puedan desenvolverse mejor en la sociedad. Además suele ser necesario intervenir en problemas de índole psicológica como ansiedad, estrés, trastornos emocionales, problemas de conducta, obsesiones, problemas de relación en la familia... Todos estos aspectos no siempre se tienen en cuenta y es primordial detectarlos y tratarlos, y qué mejor que un psicólogo para ello.
Lo que está claro es que hay que tender hacia una nueva concepción de la discapacidad. Schalok, (1999) hablaba de la discapacidad como la resultante de la interacción entre la persona y el ambiente en el que vive: ambiente físico, situación social. Las limitaciones de una persona se convierten en discapacidad al interaccionar con un ambiente que no proporciona el adecuado apoyo para reducir sus limitaciones funcionales.
Por otro lado, también existen unas implicaciones para la educación y la rehabilitación personal. De nuevo Schalock (1988), y Verdugo, (1997) hablaban de una visión trasformada de las posibilidades de las personas con discapacidad enfatizando su autonomía que se convertiría en integración e igualdad. Esto incluiría una educación, empleo y vida autónoma con apoyo. Las consecuencias de esta visión de la discapacidad serían que ésta dependería de las limitaciones funcionales de la persona y de los apoyos disponibles. Y que para reducir las limitaciones funcionales, y por lo tanto la discapacidad hay que intervenir o proveer de servicios y apoyos.
Las áreas de intervención con personas con discapacidad se deben centrar en sus principales necesidades. Suelen ser dificultades para acceder al empleo y falta de entornos familiares y sociales solidarios. La integración en la comunidad sin segregar ni sobreproteger es el difícil término medio a lograr. Ésta también se puede lograr eliminando barreras psicológicas y sociales; así como las arquitectónicas, potenciando ayudas técnicas. Otro modo de ayudar a este colectivo es el asociacionismo, que hace que tomen conciencia como colectivo. Además de apoyo social; mejora de los niveles de integración y participación. Impulso y puesta en marcha de proyectos. Fomento de la educación integrada con formación del profesorado y personal de apoyo en plantilla. Apoyo a las necesidades de las familias de los discapacitados con prestaciones económicas, recursos residenciales, respiro familiar y mejorando el empleo en este colectivo. Mejora de su formación para el empleo para una mejor adecuación a puestos de trabajo mediante los centros especiales de empleo y el empleo con apoyo. Y por último sensibilizando a la población para eliminar prejuicios. En todas estas tareas los psicólogos tienen una labor muy importante.