Estimados lectores, este mes os quiero hablar sobre el supuesto síndrome post-vacacional o lo que es lo mismo volver al “infierno” del trabajo, estudios o responsabilidades que nos impone la sociedad y el ritmo de vida habituales. Claro que este problema no lo sufrirán quienes “por suerte o por desgracia” no se hayan ido de vacaciones, aunque puede que no se libren de otros problemas para los cuales en otras ediciones buscaremos soluciones.
Volver al trabajo después de un tiempo de descanso puede generar mal humor, irritación, ansiedad y cansancio. Esto afecta especialmente a personas jóvenes con alta exigencia laboral. El denominado "estrés post vacacional", un problema que aguarda a los turistas de regreso al hogar cuando el veraneo pasa a ser un recuerdo, no está incluido dentro de las clasificaciones internacionales de trastornos pero, hacer la maleta, despedirse del mar o la montaña, afrontar la ruta y prepararse para conectar nuevamente con la rutina cotidiana suele ser un cambio difícil de pasar. Para algunos, el cansancio y el estrés que produce regresar de las vacaciones suele equipararse con el que se tenía antes de emprender el veraneo.
Las quejas de quienes deben atravesar la experiencia son avaladas ahora, por los especialistas. Según se ha comprobado, volver a las preocupaciones cotidianas y al trabajo después de un período de descanso puede provocar, mal humor, irritación, ansiedad y cansancio. El pico del malestar, por lo general, se produce durante el mismo viaje de vuelta al hogar. Según diversos estudios, este estrés post-vacacional tiene como principal grupo de riesgo a las personas jóvenes con mucha exigencia laboral que, durante las vacaciones, viven una ruptura brusca en su ritmo de vida. Además, las amas de casa y los chicos en edad escolar también son grupos propensos a sufrir este tipo de malestar.
En mi opinión, la angustia y el cansancio post vacacional no constituyen una patología en sí misma, sino que atienden a un cuadro anímico propio de un fenómeno estacional. Por eso, recomiendo no preocuparse. El estrés, desaparecerá a los pocos días de retomar la actividad. Es aconsejable respetar un tiempo adecuado de readaptación a las obligaciones diarias y evitar lanzarse de cabeza en la rutina laboral.
Pero en otros casos, el malestar suele extenderse más allá y generar un cuadro que se reproduce en el trabajo, vida académica o en la vida cotidiana. Este tipo de casos, suelen producirse cuando hay una insatisfacción de base con la actividad diaria, la familia o el trabajo, que quedan suspendidas durante el veraneo. Volver, entonces, significa un sacrificio aún más duro.
Un cuadro de malestar que dure unos pocos días después de volver de las vacaciones no es preocupante, aunque sí es aconsejable pedir ayuda profesional si el desánimo, el estrés y el cansancio se extienden más de unas semanas. En esos casos, el efecto negativo que produce volver a casa puede llegar a desencadenar un problema más grave que se encontraba ya latente. La tristeza, apatía y ansiedad que puede producir volver al hogar y al trabajo tiene origen en varias causas. Pero, el estrés suele estar generado por un descanso inadecuado y a una mala utilización del ocio durante las vacaciones.
Las causas pueden estar relacionadas con las expectativas desmedidas en relación a las vacaciones, que puede que no sean como uno se las había imaginado. En esa etapa, los conflictos suelen surgir por varios motivos. Puede que se produzcan encuentros no habituales durante el año o pasar más tiempo con la pareja o la familia del habitual, lo que puede desencadenar en un mayor número de conflictos. Pero sobre todo, el problema en torno a las vacaciones y a la mala utilización del tiempo de ocio y descanso surge a partir de la necesidad de reemplazar una rutina ligada a lo laboral con otra que puede ser igual de agobiante. Muchas personas, en vez de buscar en las vacaciones un período de descanso o reposo llenan sus días de actividades. Tantos estímulos, pueden ser contraproducentes para la salud. Aunque igual de contraproducente puede ser el abandonarse a la inactividad durante las vacaciones, como en todo, en el término medio está la virtud. Además, hay un rasgo nocivo que comparten muchos de los que sufren el estrés post-vacacional, ver el veraneo como una cura para todos los males, como un período en el que se van a solucionar todos los problemas del año. Pero en realidad, cuando volvemos, los conflictos siguen estando ahí donde los dejamos, porque el tiempo por sí solo no resuelve nada, es más puede que con el tiempo los asuntos problemáticos no resueltos, se agraven.
Para mitigar los efectos de el estrés y la apatía posterior a los períodos de descanso, nada mejor que respetar los tiempos de readaptación del cuerpo a la antigua rutina. Cuando volvemos de las vacaciones hay un proceso de readaptación similar al que pasamos cuando iniciamos el descanso. Pero, en este caso, tiene que ver con volver a los horarios fijos, el trabajo y las responsabilidades. No es aconsejable estirar al máximo las vacaciones y retornar a casa poco antes de tener que volver a las ocupaciones cotidianas. En cambio, es recomendable que quienes vuelven del veraneo se tomen al menos 48 horas para emprender una readaptación más saludable. En ese período lo ideal sería no iniciar ninguna actividad que conlleve alta exigencia laboral o intelectual. Hay que usar ese tiempo para, simplemente, reconectar paulatinamente con las cosas que dejamos antes de irnos.
Espero que estos consejos sean de utilidad para los lectores de este periódico, aunque supongo que los pondrán en práctica después de la feria y fiestas de Daimiel; disfrutad de ellas.